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Publicado el 12/01/2011

Un cuento para Sarita

ROSER FERRER JARQUE

Hola Sarita!!! No te he olvidado, he tardado un poco pero he escrito otro cuento para tí, dale un pescozón a Sebastian, y a Amador una patada en la espinilla que seguro le hará mucha ilusión jjjjjjjj. ahi va el cuento espero que te guste: Hacía una tarde estupenda y había decidido dar un paseo por el cementerio, la guía de viajes decía que era el cementerio más prestigioso de la ciudad con cientos de tumbas de personajes relevantes, ya había visto algunas ciertamente notables y avanzaba lentamente por un camino de tierra flanqueado a la derecha por una larga hilera de panteones y a la izquierda por frondosos castaños. Era una tarde espléndida y disfrutaba caminando en silencio admirando la sombría belleza del lugar. Una brusca brisa agitó las hojas de los castaños y el precipitado rumor me sobresalto, seguí paseando con descuido y sin premura hasta llegar al panteón de una conocida e ilustre familia y mientras recitaba para mí las bondades arquitectónicas del edificio, reparé en que me hallaba sola, a excepción del guarda de la puerta no me había cruzado con nadie, era extraño, el cementerio era famoso y recibía diariamente a numerosos visitantes que como yo deseaban descubrir los tesoros que encerraba. Fotografié una elaborada reja y el altivo ángel que la custodiaba y continué avanzando por el camino. De repente algo se deslizó raudo a mi derecha, entre los árboles, ¡una niña con un vestido blanco!, seguí avanzando y me acerqué a un hermoso cenotafio de mármol, pero no podía ver con claridad la inscripción en la piedra, oscuras nubes habían empezado a cubrir el cielo, se fraguaba una tormenta. Mientras admiraba el grupo escultórico que presidia el cenotafio escuché la estrofa de una canción infantil. -El patio de mi casa es particular - La canción llegó hasta mí mezclada con el rumor del viento entre las hojas, provenía del arbolado, quizás de los sepulcros que había más allá, el cielo ya estaba totalmente encapotado y las rachas de viento se sucedían con mayor rapidez ya no podía distinguir la fuente que se hallaba al final del camino. -Cuando llueve se moja como los demás - Empecé a avanzar con más rapidez mirando furtivamente a derecha e izquierda, si empezaba a llover no habría donde guarecerse. -Y vuélvete a agachar - Me detuve y mire a mi alrededor, ¿quién podría estar cantando? parecía una niña, quizás aquella niña que había visto momentos antes, bueno no importaba la tarde estaba definitivamente arruinada y pronto la tormenta desataría su furia, era el momento de irse. -Que las niñas bonitas se deben de agachar - ¿Cómo era posible? Llevaba unos minutos caminando a buen paso y las estrofas de aquella canción seguían sonando cerca de mí, un sentimiento de angustia me invadió, de súbito y apenas a unos pasos de mí, una niña vestida de blanco me miraba fijamente desde la oscuridad del interior de un panteón. -¡Corre, corre, que te pillo!- Sentí una punzada de pánico y empecé a correr despavorida, el viento traía ecos de truenos lejanos y una fina lluvia empezó a caer pero ya nada podría detenerme, corrí y corrí hasta llegar a la entrada del cementerio casi sin respiración, al ver mi aspecto el guarda salió del pequeño edificio adosado a la verja de la entrada y me sostuvo mientras boqueaba angustiada, -¡por Dios!, ¿se encuentra bien? – me separé bruscamente de él y seguí corriendo, todavía seguía corriendo cuando el viento trajo hasta mi una última estrofa. -¡Arriad, arriad, que el demonio va detrás!-

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