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Publicado el 05/03/2013

POCAS RISAS

administrador

Muy pocas veces son las que nuestros personajes salen de su papel y, por los sucesos de la casa, no mantienen el tono serio durante toda la Noche. Quizás Sara y Amador pueden, dentro de su personaje, disimular mejor la risa que en ocasiones los asistentes les producen con sus reacciones, pero Doña Julia, aunque esté poco tiempo, y Sebastián, deben mantener en todo momento su compostura seria e inalterable. Una de las primeras veces que nuestro mayordomo soltó una buena carcajada, aunque no ha sido la mayor, que ya llegará, fue con 3 chicas que venían juntas a pasar la noche. Tras la recepción de La señora en la biblioteca, se entregan las habitaciones, y los que habéis estado, ya conocéis esas famosas escaleras. Muchas son las veces que, tras el largo viaje y la espera en la puerta de La Quinta de Melque hasta la llegada de Amador a la hora en punto de entrar, hay personas que necesitan con urgencia ir al aseo, pero hasta la entrega de las habitaciones no es posible aliviarse, y se juntan presiones tanto internas como externas en esos duros momentos. Antes de subir ya se notaba que el miedo se había instalado en las chicas, y que como método de defensa, no paraban de reír y cuchichear, mientras permanecían unidas como una piña en todo momento, pero por las escaleras no se puede subir en paralelo. Al bajar, tras la llamada de Sebastián y la aparición repentina de Amador, una de ellas bajo de un salto los últimos peldaños de la escalera, y continuó, como si de un canguro se tratara, con otros tres saltitos más, con los pies juntos y las manos apoyadas en los hombros de su compañera de delante. Siempre acompañados con un gritito acompasado y rítmico de decía: “Que me meo, que me meo, que me meo”. Terminado el bailecito, soltó un gran… “Tía, que me he meao”, y la reacción de Amador y Sebastián fue inmediata. Dentro de la oscuridad de la sala, y disimulando todo lo posible se dieron media vuelta para poder reírse sin ser delatados, pero era tan evidente que no se podía esconder. Los comentarios de por la mañana fueron lógicos, y con mucho cariño, se metieron con la pobre incontinente. Pero como decimos siempre, es mejor desahogarse que guardarlo dentro, que a eso vais.

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